¿Alguna vez imaginaste subirte al auto y sentirte en una coctelera? Quien circula cómo acompañante en el Camino del Perú puede vivir diferentes intensidades de vibraciones en su propio asiento, cómo en un spa (de calidad cuestionable) y sin gastar un peso. Ahora, quien maneja seguramente estará sufriendo por llegar a destino y no romper una rueda o chocar en el camino.
El panorama es complicado: baches que adornan el asfalto, tramos en los que directamente es imposible transitar y los conductores, solidarios, se piden permiso para andar por el mismo carril. Al mismo tiempo, algún que otro despistado se “come” los pozos, las motos aceleran por el cordón cuneta y se suben a las veredas en las partes dónde es difícil manejar, mientras los pobres y olvidados ciclistas rezan para que la bici no se desarme ante tanto bache. Y eso sin hablar del tráfico en horas pico...
La ex ruta une y atraviesa San Miguel de Tucumán, Yerba Buena y Tafí Viejo y por ella circula un caudal amplio de vehículos de todos los tamaños que, por supuesto, perjudican cada día más el ya deteriorado pavimento.
“El estado del camino es espantoso. Está todo roto: lo arreglan, dura media hora y se vuelve a romper. Es una real odisea, lo transito hace 15 años y en los últimos se ha convertido en una pesadilla”, asegura Marcela Fernández, usuaria frecuente de la ruta, aunque ahora elige evitarla. “Transitan camiones, colectivos, motos que no tienen ningún tipo de control -dice-; en los horarios pico y a raíz de la rotonda, los autos que van hacia el centro o al cerro se colocan en dos filas, dejando una sola para poder retornar”.
“Transitar por el Camino del Perú es de terror: hay un pozo adentro de otro. Los tapan con brea y, con las cloacas que revientan y las lluvias, no duran nada los arreglos”, explica Janet Pujol, vecina del Barrio El Mirador de la Virgen de Schoenstatt. “Los pozos son un peligros. Por cuidar el auto, capaz terminás chocando por esquivar los agujeros. Y eso sin contar las motos sin luces, los carros, la gente que camina por la inexistente banquina. Para llegar a casa, te tenés que encomendar a Dios”, resuma.
En esta línea, el abogado Nicolás Mirande realizó un petitorio de reconstrucción o reparación de la avenida a la Dirección Provincial de Vialidad. “Diariamente transitamos con nuestros automotores y ciclomotores por esta vía provincial, sometiéndonos a un grave peligro de daño a nuestra integridad física, por el estado en que se encuentra esa vía de circulación”, expone en el documento presentado.
A quien corresponde
“Vialidad tiene la responsabilidad de reparar caminos provinciales cuando así lo conviniese -cuenta en dialogo con LA GACETA-; la estrategia nuestra es pedirle a los municipios que adhieran a ese pedido y, además, que en caso de que tuviesen los recursos, se hagan cargo de eso, porque también es obligación que efectúen obras públicas que los competen, según la constitución”. La lista de deficiencias es larga: pozos, roturas de pavimento y banquina y el incumplimiento de normas viales, cómo la falta de señalización y cartelería, falta de medida para ampliar el ancho de la avenida, ahora insuficiente y la ausencia de puente peatonales.
El letrado, vecino de Yerba Buena que circula continuamente por el camino, comprende que todos los municipios se benefician por esta vía, y ejemplifica: “los camiones citricolas que van a Tafí Viejo circulan por ahí”. Allí es dónde se vuelve competencia de todos su recuperación.
Las cloacas
“La situación es espantosa, además de los baches, convivimos con los líquidos cloacales: yo tengo un patio grande pero es imposible sentarte afuera por el olor, que es inaguantable”, cuenta Susana Albornoz Montecino, vecina del barrio Islas Malvinas.
Sus hijos son alumnos de una institución cercana y considera un peligro caminar por allí. “Me pasa que cuando tengo que ir al colegio tengo que cruzar por el canal y a veces tenés que pisar esa agua que no sabés qué enfermedades te puede traer -agrega-; es peligroso para los chicos que andan por ahí y para todos”.
La mujer admite que en los 15 años que lleva viviendo en la zona, nunca se hizo un arreglo importante en la ruta, pero que era soportable. Hace unos años empezó la cuestión de las cloacas y la situación se volvió insostenible.
“Hace dos años más o menos hicieron las cloacas pero nunca las terminaron, los vecinos se conectaron y las cloacas reventaron. Se junta todo en la ruta”, acota Janet.
La palabra oficial
El ingeniero Ricardo Abad, administrador de la Dirección de Vialidad, admite de entrada: “el Camino del Perú está colapsado”.
Cuenta que es poco lo que hoy se puede trabajar para mejorar la avenida con la cantidad de vehículos que circulan. “Hace dos años lo repavimentamos, pero lo que podemos hacer sobre la misma estructura dura muy poco, porque el transito es variado y hay un gran problema con el agua que viene a la calle desde las perpendiculares.
“El agua es enemiga numero uno del asfalto. Por eso no duran los arreglos. Si a eso le sumamos que las calles que colindan son de ripio y la fricción que producen los vehículos junto a las piedras que vienen con el agua...”, relata para dar a entender que el problema es multicausal.
Adelanta que desde la Dirección están ya en conversaciones con los municipios para confeccionar un proyecto de mejoras, que iniciaría el mes próximo. “Vialidad no está en condiciones de afrontar un proyecto de gran envergadura, habría que recurrir a algún crédito internacional para eso”, ejemplifica.
El funcionario público comenta que por el momento se están limpiando desagües y se dialoga con la Municipalidad de Yerba Buena con el objetivo de hacer un cordón cuneta ampliando la calzada y pavimentar en hormigón los bocacalles.
Esperanzas
“Se han hecho muchísimos reclamos pero no hay novedades, los arreglos son momentáneos; lo peor son los pozos y la cantidad de vehículos. El camino debería ampliarse por lo menos a cuatro líneas, estar mejor señalizado y que haya más control en el ingreso a San José, a la altura de La Rural”, agrega Fernández.
“Lo que hay que hacer es una ruta nueva, ensanchar la que hay. Se necesita una solución rotunda, tapando pozos no se hace nada”, subraya Pujol.
“Esperamos que al menos haya una obra más significativa, al menos un ensanchamiento de la ruta, señalización y algún puente para que crucen los peatones”, sueña Mirande.